Los primeros équidos que existieron poseían cuatro dedos en cada extremidad de sus miembros anteriores y tan sólo tres extremidades en los posteriores. Como resultado de la evolución, para una adaptación progresiva a la carrera, el número de dedos que descansan en el suelo, a lo largo de las edades, fue reduciéndose a tres, posteriormente a dos, hasta la aparición del casco único, característica del caballo actual.
